El problema son los partidos
políticos
MANUEL NÚÑEZ ENCABO
El Mundo 17/07/2014
El autor reclama un cambio de la ley
para adecuar las formaciones a las actuales exigencias democráticas Asegura que
la nueva norma debería dar más participación a los ciudadanos en la vida
política española
SOMOS pocos
los que venimos repitiendo que la actual crisis económica, política, social y
de valores tiene como causa eficiente el funcionamiento del sistema actual de
partidos políticos, que los ha convertido en la práctica en meros mecanismos
para conservar y conquistar el poder para sus intereses particulares, por lo
que la solución debe provenir prioritariamente de la aprobación de una nueva
ley de partidos. La actual ley de 2002, que sustituyó a la meritoria de 1978,
está desfasada y es absolutamente inadecuada ante los retos actuales, ya que se
refiere casi en su totalidad a las preocupaciones de aquellos momentos para
limitar la presencia directa o indirecta de representaciones violentas o
terroristas. La nueva ley debe partir de una nueva lectura y desarrollo de los
principios del artículo 6 de nuestra Constitución, con una definición clara de
los partidos, que no deben ser considerados propiedad de sus afiliados, sino al
servicio de los intereses generales de los ciudadanos.
Se debe
efectuar un desarrollo minucioso de su democracia interna con las diversas
posibilidades de participación de afiliados y ciudadanos, clarificando la
organización y la elección de sus gestores y representantes orgánicos desde la
transparencia de quiénes y cómo se van a tomar las decisiones y determinando
las responsabilidades personales con las consecuencias jurídicas, políticas y
éticas que deben incluir el abandono de sus cargos y el límite de sus mandatos.
En la nueva ley hay que recordar y poner en práctica el olvidado artículo 9 de
nuestra Constitución, para comenzar a dar protagonismo a los propios
ciudadanos, ya que corresponde a los poderes públicos «facilitar la
participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural
y social». Por ello, para la supervivencia de los partidos y recuperar su
utilidad, es necesario comenzar con la tarea más urgente de finalizar con el
monopolio de su poder, del que dependen ahora todos los órganos del Estado, no
sólo el Legislativo y el Gobierno, sino también el poder judicial y los
diversos órganos de instituciones públicas. Es imprescindible un nuevo pacto
social para delimitar y complementar la actuación de los partidos y ampliar la
participación y representación política a través de instituciones y
asociaciones sociales como Colegios Profesionales, la Universidad, el
Periodismo, Asociaciones de Protección Social, etcétera.
En la
situación de desprestigio actual, la nueva ley de partidos no puede ser
elaborada únicamente por los propios partidos, sino que debe efectuarse siendo
el primer ejemplo de pacto social con los interlocutores sociales. Como
consecuencia de una nueva ley de partidos, y no antes, se debería acometer
inmediatamente después la nueva legislación referente a su financiación y un
nuevo sistema electoral adecuado. Estas medidas de regeneración pueden
realizarse sin la excusa de la modificación de la Constitución que, en
absoluto, es responsable de las malas prácticas políticas y sin mezclarlo todo
con un debate tan superficial hoy, de Monarquía o República.
Los ciudadanos
ya son conscientes de la falta de credibilidad de las candidaturas propuestas
por los partidos políticos. Si a ello añadimos la falta de legitimidad de
ejercicio a causa de la corrupción, nos encontramos en una insostenible
situación democrática, con efectos también en las emergentes formaciones
políticas, que sin las exigencias de una nueva ley de partidos repetirán los
esquemas antidemocráticos para su propio poder.
Manuel Núñez Encabo es catedrático
europeo ad personam de Ciudadanía Europea y vicepresidente de la Asociación de
Ex diputados y Ex senadores de las Cortes Generales.
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